Breve biografía de un alma kamikaze

El artículo consiste en una breve biografía literaria de carácter libre a partir de algunos hechos de la vida de Luis Alberto Spinetta. La materialidad del texto está constituido por las letras de sus canciones.

a Luis y a Patricia

Con la mañana silbandole en la espalda, parado en medio de una calle sin nombre, el hombre flaco mira el cielo. El sol pega fuerte, es un mediodía del mes de febrero en la república del bajo Belgrano. Amo entre los amos del aire, el hombre gira sobre sí mismo y observa el pavimento. El sol dibuja su contorno sobre el suelo. El hombre flaco toca su sombra, se acaricia, casi. No hay amor en su accionar, tampoco aversión. El hombre, simplemente, mira su sombra. Y se reconoce.

El tiempo es impreciso, todo sucede en un instante y parece que pasaran siglos. El hombre flaco quiere moverse, pero no consigue salir de su sitio. Los autos tocan bocina, el hombre obstruye el paso y la circulación de toda la ciudad se suspende. Como un núcleo geológico, el flaco es el nudo de la tierra, puro magma y follaje. Y barro, tal vez. Es puras contradicciones. Pesa, el hombre, pesa inmensamente. Pesa y es liviano, como un niño sin nombre. Es un niño y es un viejo, encarna en sí la eternidad y la nada, todos los sonidos y el silencio, quizás se sienta montaña, quizás se sienta gorrión. De pronto parece que va a moverse. En pura tensión previa al movimiento, como una corriente eléctrica, solo una pregunta le atraviesa el cuerpo: ¿por qué habré venido hasta aquí si ya no puedo más de soledad?

Horas antes, el hombre flaco se pasa la tarde hablando con un pibito. sentados en medio del jardín. Hablan sobre niños que escriben en el cielo, sobre el ser, sobre la eternidad. Pregunta el pibe: ¿qué es el alma?

La ceniza de la lluvia, responde el flaco. ¿Cómo es eso?, pregunta el pibe. Un ángel partió del cielo y cayó en picada, su piel ardió quemando al enemigo, al ser tocado cambió de rumbo y apuntó al fin, así le dio razón a su sangre y se convirtió en alma. No entiendo, dice el pibe. Supongo que te acostumbrarás al silencio total, responde el flaco. El pibe calla, no sabe qué decir, o tal vez piensa en las palabras del hombre viejo. Habla conmigo, niño condenado, pide el flaco. Ya estoy cansado, dice el pibe, vayamos a tomar tecito y comer galles, ¿querés? Y sigamos hablando mañana. Sí. Mañana es mejor.

Y entonces es de madrugada y el hombre flaco aparece acostado en un sillón con las piernas sobre el respaldo. Tirada en el suelo, sus pies acunados en el torso del flaco, está ella. Ella, que es tan clara que no es ninguna, y al no ser ninguna puede ser. El flaco cierra los ojos, se adentra en el cosmos mientras ella habla. Más que hablar, susurra. Más que susurrar, recita, gime, suspira, despliega un murmullo de truenos: necesito decirlo todo esta noche pues se pudre mi boca por callar, oíme, flaquito, oí mi tronar, quiero que sepas que te has impreso en mí como la luz, ya no sé qué es lo tuyo y qué es lo mío, tu paso es confundir los besos con dolor, con vos cerca sueño un sueño despacito, una fantasía onírica sin trayectoria, algo que es puro presente, cuando estoy con vos siento que me toco el alma, ¿qué razón de ser me habrá puesto piel en la inmensidad?

Sos todo, nena, dice el flaco. Sos todo.

No me escribas la pared, flaco, responde ella. Hay veces que siento que no te alcanzo, te siento tan lejos de mí. ¿Qué sombra extraña te oculta, entonces, de mi guiño? Quedate, necesito rogarte, quedate hasta el alba, quédate hasta el ocaso de la existencia, hasta el fin del mundo. Quedate conmigo hasta que la noche del tiempo cumpla sus horas. Quedate hoy y nos despertaremos mañana y desayunaremos en el jardín hasta que el sol te haga reír, hasta llorar, ¿me entendés, flaco? Por favor, quedate.

El flaco se queda oyendo como un ciego frente al mar. No sabe qué contestar, o lo sabe tan bien que no puede decirlo. Con los ojos cerrados, jugueteando inquieto, sintiéndose en la oscuridad de unos jardines que jamás despierto encontrará, cree saber que ese amor se está ya volviendo canción. No se siente atado a ningún sueño ya. Todo camino puede andar, murmura, todo puede andar.

El sol asoma sus límites sobre el borde de la tierra y el flaco camina por una calle todavía vacía del bajo Belgrano. Piensa en ella, la imagina derrumbada todavía en el sillón. Eras el vestigio del futuro, le habla sin hablar. Venías a dormirte movida de estrellas, me dabas cobijo entre tus manos. No sabe, de pronto, qué hizo, qué hace, qué hará. ¿Silencio o verdad?

Estático en medio de la calle, el flaco cierra los ojos y mira su sombra. De a poco los autos se acumulan a su alrededor. Toda la ciudad se detiene. El todo y la nada se hacen sitio en su cuerpo. La eternidad busca un paso, se encarna en el pecho del flaco, que, contradictoria presencia, se sacude ansioso el misterio eterno: permanece y ya no está. Las almas repudian todo encierro.

Referencias de canciones (ordenadas alfabéticamente):

¡Ah!… Basta de pensar

A 18’ del sol

Águila de Trueno

Alma de diamante

Amor de primavera

Ana no duerme

Bajan

Barro tal vez

Campos verdes

Canción para los días de la vida

Cantata de Puentes amarillos

Cheques

Como el viento voy a ver

Despiértate, nena

Durazno Sangrado

El anillo del Capitán Beto

Ella también

Fermín

Fuji

Kamikaze

La aventura de la Abeja Reina

Las habladurías del mundo

Los libros de la buena memoria

Me gusta ese tajo

Muchacha ojos de papel

No te alejes tanto de mí

No te busques más en el umbral

Niño condenado

Plegaria para el niño dormido

Rezo por vos

Seguir viviendo sin tu amor

Serpiente (viaja por la sal)

Sexo

Todas las hojas son del viento

Tu nombre sobre mi  nombre


Iván Hochman nos recomienda:

Una película: Hedwig and the Angry Inch. Es una película impresionante, un film de culto y una joya secreta al mismo tiempo. Es una película musical, mi preferida del género, una película rockera, punk, salvaje, dulce, brillante, graciosa, conmovedora y desgarradora al mismo tiempo. Pone en escena la vida y obra de Hedwig, una cantante trans que sufre una operación fallida de cambio de sexo y acaba con un miembro irreconocible y monstruoso.

Un libro: Eisejuaz. Mi novela preferida de Sara Gallardo, una escritora brillante que fue olvidada por la crítica y por el público durante varias décadas. Recientemente revisitada y reeditada, su obra completa es bella y particular. En Eisejuaz, asistimos a la vida del indio Lisandro Vega, que recibe de su dios la tarea de cuidar y hacerse cargo de Paki, un hombre insoportable y cruel.

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