Según google, el proceso más efectivo para deshacerse de un cuerpo es; arrancar las uñas y el pelo del cuerpo, quemarlos. Cortar las extremidades y la cabeza para facilitar su transporte, y por último darle de comer el cuerpo a 8 cerdos que anteriormente dejaste sin comer por una semana. Podría nombrar infinitas formas de deshacerse de un cuerpo, pero honestamente, ninguna sirve, de alguna u otra forma, me sigue persiguiendo, haga lo que haga. Ninguna de estas técnica sirve para deshacerse de este cuerpo. Me persigue y no se cansa, le grito y no se va, me mira fijamente, siempre me mira, hasta cuando duermo, no importa cuanto ruegue que me deje, sigue estando. ¿Será por amor? ¿o quizás por odio puro? jamás lo sabré porque los cuerpos no hablan, o por lo menos este no habla. Creo que eso es lo que más me perturba, el no saber, el preguntar y no tener respuesta.Siento como me censura con su silencio, con su mirada penetrante, con su figura tan simple y al mismo tiempo tan horrible que me persigue y no se aleja.
El cuerpo está tan obsesionado conmigo que llegó al punto en el que yo estoy obsesionada con él, quizás eso es lo que quiere de mí, que mi persona se consuma a sí misma de tanto pensar en él, hasta dejar de existir, hasta llegar al punto en el que mi ser esté completa y puramente dedicado a él, a su figura y a sus ojos, quizás ahí me dejara en paz. Pero si no existo, ¿a quién va a perseguir con su mirada escalofriante?¿quién va a sentir siempre detrás de su nariz su imponente presencia? no le deseo esto ni al peor de mis enemigos.
Me paso largas noches pensando en lo que deseo hacer, con su cuerpo, con mi cuerpo, la mayor parte de las veces deseo matarlo, pero de vez en cuando también deseo tocarlo sin lastimarlo, sólo por el simple hecho de sentirlo. Pero a la larga, sin importar por qué, quiero acercarme. Al fin y al cabo, los deseos son fantasías, jamás podría hacer lo que realmente quiero, estoy atrapada en su presencia que aunque no lo quiero admitir, un poco disfruto
¿Sino cuál es la explicación de que siga aguantando? Quizás no la disfruto porque me guste, sino por comodidad, porque en realidad si me deshago de él, no se qué sería de mí sin su constante olor, su pecho, su esencia tan simple y al mismo tiempo tan compleja, sus ojos.
Sus ojos… me gustan tanto sus ojos.
Jamás sería capaz de lastimarlo, porque me ama y yo a él.
Quizás si le doy mi voz, va a poder hablar, si le doy mis ojos, va a poder ver en vez de simplemente mirar, quizás, solo quizás, si le doy mi cuerpo me va a dejar en paz.
Entonces por fin me decido, agarro el cuchillo más filoso que puedo encontrar y empiezo, mechón por mechón, a sacarme los pelos, los dejo apilados a un costado, mientras lo miro a los ojos, él me devuelve la mirada como siempre, vacía y tétrica. Cuando siento mi cabeza pelada, empiezo a arrancarme las uñas, nuevamente una por una. No siento dolor, siento euforia. Puedo ver mi reflejo en sus pupilas, está orgulloso de mí y eso entumece cualquier otro sentimiento que no sea pura felicidad. Por fin entiendo lo que quiere de mí y se lo estoy dando porque se lo debo.
Cuando me quedo sin uñas en las manos y en los pies, y mis uñas ya están sobre mis mechones de pelo, agarro un encendedor y los prendo fuego. Miro lo que en un momento fueron partes de mi cuerpo lentamente prendiéndose fuego. No se sienten mías esas uñas que se queman, tampoco esos mechones de pelo que tienen tan poca vida, me pierdo en la intensa llama, tal como me pierdo en sus ojos. Lo miro a él que me sigue observando. Ya puedo sentir su impaciencia, o tal vez la impaciencia sea mía.
Según Google, el próximo paso era definitivamente cortarme la cabeza y las extremidades (para luego facilitar el transporte del cuerpo). Entonces agarro el cuchillo que había usado para mi pelo y mis uñas, ya un poco ensangrentado, y empiezo a degollarme. Miro la sangre que cae sobre mis pechos y aunque no siento dolor pienso en parar y me cuestiono lo que estoy haciendo, pero lo miro a él y sus ojos me recuerdan que estoy haciendo lo correcto.
Siento el mundo en mis manos, en las suyas, en las nuestras, me siento ínfima y al mismo tiempo gigante. Lo próximo que supe es que por fin estaba con él, su cuerpo y el mío, éramos uno, para siempre. No pude deshacerme de su cuerpo, pero si del mío.
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