Crear refugio

Escribir implica extremar la sensibilidad de los recuerdos o maximizar las ideas hasta su mayor longitud o densidad posible, y en esas acciones aparecen nuevas síntesis o reflexiones, nuevas formas de recapitular. Tengo la costumbre de escribir sobre un tema y a su vez escribir sobre cómo escribir, porque cada vez desconfío más de los cuentos cerrados -incluso de los míos- porque sólo me convoca el riesgo de un ensayo. Ya no se escribe desde la solidez de los cimientos, prefiero que la vulnerabilidad pueda expresarse y compartirse; y también la risa, claro. Así pienso la amistad, como un formato laxo y quizá más abierto que otras relaciones; capaz de contener inseguridades y frustraciones, banalidades y ternura, y en consecuencia, también una forma para trastocar el sentido común, desde la complicidad.  

En diciembre del 2020 se sancionó la ley por la interrupción voluntaria del embarazo, la que quizás haya sido la principal bandera de muchos feminismos. Después del 2018 nuestra fuerza creció y nos encontró en un mundo invertido y pandémico capaz de sancionar una ley que nos permita decidir ser o no ser madres. Pero habiendo llegado a este punto ¿Cuáles son las nuevas luchas en los feminismos? La única certeza es que la respuesta no es discursiva, es decir, aunque me estimula muchísimo leer por ejemplo a Sara Ahmed, tanto la autora, yo, y tantxs más, sabemos que leyendo y pronunciándonos feministas, no es suficiente. Si pensamos que lo personal es político, entonces sabemos que nadie se salva solx y que el cuidado hacia lxs otrxs y hacia nosotrxs mismxs se resuelve en actos. Y acá, entonces, me gusta pensar que se trata de un ejercicio -y de nuevo, un ensayo- que se practica desde un trabajo atento y afectuoso. Hay que estar dispuestxs a dedicarnos tiempo, porque quedándonos un rato más podemos salirnos de la operatividad y sensibilizarnos, volvernos más atentxs y conocedorxs de lxs nuestrxs. No vamos a poder sostener este ejercicio con todxs, nos iremos eligiendo y también dejaremos de elegirnos -hay que permitirlo- Pero de cualquier manera, creo que repensar cómo cuido a lxs mixs,  nos lleva a cuidar más en general, en un nivel más llano -pero igualmente necesario- a otrxs, desconocidxs, amigxs de amigxs.

Hablamos de vínculos, usamos la palabra hasta el hartazgo, y a veces sin saber bien qué queremos decir. Parecemos estar viviendo en tiempos frágiles, confundidxs entre cómo expresarnos y cómo interpretar; pero así como se modifican los vínculos sexoafectivos, las demás formas de relacionarnos también. Las amistades se resignifican  frente a una actualidad que necesita crear refugios para sacarnos de la carrera del exitismo, o de la productividad, y nos devuelvan un tiempo más habitable, más amable.

En esta laxitud pueden haber distintos tipos de amistades, con algunxs vas a bailar, con otrxs cocinar o filosofar; hay algunxs con los que podes hacer todo lo que se te ocurra. Siendo amigxs habilitamos un lugar para exponernos, conversar y construir intimidad desde la palabra, pero también podemos aprender a leernos entre líneas y cuidarnos, ser cariñosxs. En algunos casos las amistades estructuran un esquema familiar, cambian de lleno la idea tradicional. Durante la cuarentena sentí que estas descripciones se volvieron aún más tangibles, tengo clavado el recuerdo y la conversación conmigo misma diciéndome me gusta ser cursi y, puedo serlo con mis amigxs ¿por qué iba a reservar este gesto de cariño tan exclusivo a quien fuera mi cita? Ese día le hice un collage a Iván y se lo dejé en el hall de su casa con un budín.


Autora: Camila Orozco Demonte
Me gustaría recomendar La promesa de la felicidad, de Sara Ahmed. Este es el libro que menciono en la publicación, un libro para pensar el imperativo de “ser felices”. 

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