El arte de lo banal

El arte de lo banal

No hay película que no expanda nuestra percepción del mundo. Todo arte nos ayuda a escapar de nosotres mismes.

Hay quienes vinculan la noción de arte a lo sublime, pensando en aquello que genera goce en contraposición al entretenimiento y distracción que conlleva la llamada “cultura de masas”. Esta acción de gozar pretende elevarnos hacia un plano aurático al darnos aquello que no sabíamos qué necesitamos, llenando ese hueco que sentimos, pero no logramos identificar. Sin embargo, resulta sumamente reduccionista encasillar esta cultura de masas como entretenimiento que sólo sirve para adelantar las agujas del reloj. 

Toda película, por más “popular” que sea, expresa una visión de mundo distinta a la de une. Entiendo el cine como una de las tantas formas de intentar encontrarle sentido a este sinsentido en el que vivimos, por lo que cada film, en su creación de un verosímil, nos permite entrar en la cabeza de alguien y entender las reglas que establece esa sociedad en paralelo a la que transitamos en nuestro día a día. Hasta la última película de una franquicia de acción nos acerca al imposible de entender el mundo con ojos que no son los nuestros. 

Todes nos encontramos atrapades dentro de nosotres mismes, encerrades en nuestros juicios y prejuicios, en nuestro entendimiento de bien y de mal, pero cuando entramos en una sala de cine, todo esto queda de lado para entender las reglas por las que se rige el mundo que nos presenta la pantalla y esto nos hace cuestionar nuestros propios principios.

Estos fundamentos que establecemos para separarnos del salvajismo nos ayudan a conformar nuestra personalidad y nuestro accionar del día a día, pero pueden ponerse en jaque cuando se pone en juego algo de gran importancia. Jamás mataría a otro ser humano es un principio sostenido por la vida que llevo. Si el día de mañana tengo que elegir entre la vida de mi hije y la de un desconocido, supongo que tendré que quebrar esta regla, pero nunca lo sabré hasta ese preciso momento. El cine simula estas situaciones y nos permite forzar nuestras creencias al punto máximo, al punto de entender que estas ideas detrás de las cuales nos refugiamos, no son más que un lujo que podemos darnos para ser parte de una sociedad. Nuestras vidas están plagadas de pequeñas presiones y situaciones que lentamente nos fuerzan a tomar decisiones que reflejan nuestros principios, pero, en muchos casos, no los ponen a prueba, mientras que las ficciones se encargan de llevar al límite a personajes con los cuales nos sentimos identificados empáticamente para que tomen decisiones extremas que nos permiten cuestionarnos qué haríamos en su lugar. Une puede estar de acuerdo o no con las resoluciones o con los problemas en sí, pero al asimilarlos logramos expandir nuestras herramientas para comprender por qué la persona al lado mío hace lo que hace.

Ya sea Dominic Toretto matando sin pudor para proteger a su familia o Steve Rogers eligiendo su felicidad personal por sobre el bien del mundo, un arco narrativo puede justificar desiciones que analizadas fuera de contexto van contra todo sentido aceptable de la moral, pero dentro de un film tienen sentido y nos dan pie a cuestionarnos a nosotres mismes y a comprender cómo piensa le otre.

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