El culo entre dos sillas

Crecer en contradicción y la incesante búsqueda por definir una identidad en una mezcolanza de culturas: no ser de acá, ni de allá, no ser mucho de esto ni poco de aquello.

“El culo entre dos sillas”

4 de abril de 2021:

El culo entre dos sillas me remonta a mi infancia. Crecí literalmente con el culo entre dos sillas, dos países, dos idiomas, dos culturas. Una línea se forma entre dos sillas, una línea fronteriza se forma entre dos países. Así crecí, entre equilibrios. Siempre evitando entregar mucho peso a un lado, por si la línea se aja, las sillas se separan, y yo caigo en el medio sin resolver de qué lado quiero estar, en qué lado me siento más cómoda y qué libertades encuentro en cada lugar. Afro-argentina por política, Afro-brasilera en raíces. El culo entre dos tronos, diría yo. Un privilegio, tal vez. El culo entre dos sillas se parece a tener 2 identidades en un mismo lugar, aunque ese lugar oscile entre avión y avión, sin gravedad porque al final de cuentas la gravedad del asunto está en la mirada externa. El culo entre dos sillas: ¿de dónde soy más? ¿dónde soy más? ¿dónde soy? Se puede caminar por esa línea fronteriza con un brazo de cada lado y nutrirse de ambas áreas. Una empanada de acá, un pastel de queijo de allá. La línea se agranda, las sillas se separan cuando entregás más peso a una que a otra. Las estructuras se dispersan cuando probamos pasar en los entres. Creo que esa es la maravilla de crecer con el culo entre dos sillas, porque allí hay más diversidad. Al fin y al cabo, diáspora soy, aunque tenga el culo entre dos sillas. 

(Aclaración: El “Culo Entre Dos Sillas” fue una pauta de escritura en el seminario de Prácticas Artísticas Contemporáneas a cargo de Marie Bardet, la expresión no es mía. )

Sangre Negra

Hablemos de. Hablemos de ser mujer negra, mestiza, indígena en una cultura que se olvidó de que en realidad es eso. Hablemos de ser mujer color café, sangre negra. Hablemos de cuerpos. Hablemos de cuerpos que aún en la niñez parecen de adultos y los estigmatizan sin saber el daño que produce, creando un estereotipo aún más sexual, plástico y vacío que el mandato mujer-objeto. Hablemos de ir a comprar maquillaje y que no tengan “esos colores” soy morena, no azul. Sangre negra. Hablemos de arte. Hablemos que el museo de cultura afrobrasilera en San Pablo tiene un sector de elementos de tortura. Aguantá mirar eso, ellos aguantaron vivirlo. Violencia no es arte. Hablemos de que más del 50% de la población de Buenos Aires tiene sangre indígena detectada por huella digital, y no se tiene orgullo de eso. Hablemos de historia, de historia mal contada. Hablemos de los barcos, los negreros. Calculá las combinaciones posibles entre culturas: personas. Si vamos a hablar de diversidad, hablemos de música. Hablemos de nuestros colores, hablemos de porotos con arroz, humita en chala, café, tambores, oro incrustado en el Vaticano. Oro nuestro, oro Latino, indígena y negro. Hablemos de cosas y, hablemos, de que el racismo nunca dejó de existir.


Retazo de un autorretrato en que “dibujé” en salita de 4.


Helena Pereira Dos Santos nos recomienda «Volver a casa» de Yaa Gyasi

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comments (

)