La música en la era del consumo

Hablar de arte es posible pero si no se delimita aquello que se busca encontrar puede incurrir en una generalización absurda. El arte en general y el acto creador en particular como rama del acto humano, es decir un hacer que tenga consecuencias, es un hecho de la cultura que puede en ocasiones anticipar, crear, incidir y modificar las realidades, no solo del autor o aquel que compone y crea sino también del espectador, el oyente o el público. Si nos referimos a la música podemos pensarla como un universo múltiple, es decir un enjambre de estilos, composiciones, tipos diferentes de creaciones. Que pueden ir desde la música clásica, tonal, atonal, la música popular, étnicas, bailables, cantables, etcétera. En esta época, indudablemente, la creación musical como gran parte de los actos humanos se encuentra atravesada por la lógica del consumo, del capital y el mercado, lo que tiende a modificar su dinámica interna. En muchas de estas prácticas se tiende a crear o producir música para generar “productos” consumibles al modo de mercancías. Sin embargo, esta práctica no es extensible a todo el orden de la creación musical. Por otra parte, resulta un reduccionismo suponer que la música no considerada consumible, solo es creada para dar testimonio de las pasiones o la vida del compositor y su contexto, aunque esto sucede. De hecho hay productos masivos consumibles creados alrededor de esa modalidad. También asistimos a una cantidad de producciones musicales que marchan en dirección a la abstracción, la creación y la innovación frente a lo establecido. Algunas de las cuales se desprenden de aquella lógica del mercado. En el mismo sentido, así como hay discursos, saberes y prácticas que nos posibilitan el conocimiento, hay otras que se diseñan con el fin de alimentar el mundo del entretenimiento y se reproducen por su capacidad de generar dinero o fama.

En cuanto a la realidad humana, aquellas que son del orden de lo testimonial responden a los acontecimientos de la vida, los avatares de la existencia, las condiciones del autor o sus destinataries, en ocasiones esto va más allá de aquella idea manteniendo la capacidad de crear nuevas realidades, construir situaciones que anticipan lo porvenir.

Como ejemplo de esto último podemos ver los trabajos en el jazz de Miles Davis o Coltrane, o en nuestro medio de Astor Piazzola, Spinetta, por nombrar solo un puñado de autores capaces de anticipar escenarios y realidades, no solo musicales.

Ricky: (…): “Y para zafarse, sólo toma pastillas y ya no toca un libro y no quiere que le digan nada.”

En aquella época, lo que estaba en juego era zafar del servicio militar obligatorio y ese consumo era el modo de evitarlo. Hoy quizás algunes tratan de zafar de su realidad de marginación, de exclusión, y el consumo actual es diferente, con otra busqueda y quizás una falsa salida y mucho más extendido.

Agueda: (…) “nadie vibrará su desconsuelo, sólo está feliz en los conciertos y siempre se la llevan detenida como a un ángel.”

Situar a la juventud y la adolescencia en el lugar de la rebeldía y el cuestionamiento de lo establecido tiende a repetirse en cada generación así como la criminalización de algunos sectores de esta es algo que surgió en aquella dictadura del 76 , sin embargo  hoy es un hecho lamentablemente, cotidiano, extendido y un modo de control social sobre todos los sectores.

Cacho: (…) “pero la verdad es que da impresión ver los blancos peces en un nylon cuando es tan temprano. Usualmente… sólo flotan cuerpos a esta hora.”

Aquellos cuerpos, literalmente, aparecían flotando en el río luego de ser arrojados desde aviones, cuerpos torturados y flagelados como el resto de una horda que solo busco exterminar al diferente o a todo aquel que creyera en la posibilidad de cambiar las cosas… Hoy otros cuerpos flotan, deambulan errantes, duermen en la soledad de las madrugadas en las calles agobiados, para no ser mirados o arrojados ante la indiferencia del sistema que solo los contabiliza como el número de un descarte inevitable.

Estos pequeños ejemplos dan cuenta de una capacidad que porta la creación musical y la poesía, que no hemos mencionado: la de cuestionar y, en ocasiones también, anticipar el pensamiento de las ciencias humanas, sociales o los saberes establecidos.

Algunas expresiones de la música, entonces, están ahí para interrogarnos, interpelarnos, para abrirnos preguntas más que brindarnos las respuestas. El desafío es mantener los oídos abiertos a esas realidades que nos confronta y como una generación que se pretenda diferente estar a la altura de ello.

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