Las pocas cosas que nos siguen salvando la vida

Empezando a cranear que pretendo escribir sobre Hotel Oasis me pregunté y repregunté ¿Qué es lo que debería hacer una crítica de teatro? Ni las editoras de la revista, ni yo, nos queríamos quedar en superficialidades como “Grandes actuaciones, una dramaturgia emocionante, buen sonido”…ni nada que se le asemeje. Pensé y repensé semanas enteras, con miedo a ponerme a escribir y caer en lo superficial, en una crítica que no le haga honor a la obra, ni al hecho teatral en sí mismo. Estaba casi por rendirme, pero por esas magias de la vida una profesora de la facultad me mandó a leer a Badiou. Encontré en el texto la respuesta que en mi cabeza no terminaba de formularse. Transmitir lo que ocurrió: “(…) La extrema dificultad de la crítica del teatro ¿Por que? Porque la crítica nos da los ingredientes del teatro, hace la suma de sus materias ( el decorado, el texto, los actores, las ideas puestas en escena…), pero no llega a transmitirnos lo que ocurrió. Y eso es solo lo que importa (…)” .

Quizás de eso se trate esto que es nuevo para mi. Transmitir, como se pueda, el acontecimiento teatral. Ahora si, podemos ir a lo que nos convoca:
No hay nada más hermoso y aliviador que encontrarse con la compañía del otro en este mundo brutal. Y que es el teatro, sino espacio de encuentro ¿Verdad? Al terminar la función de Hotel Oasis, la sala quedó teñida de la compañía que nos habíamos hecho durante esa hora y media. Quedó teñida de un pacto implícito, quizás, parecido al del amor. Un pacto implícito que, en estos tiempos de crisis y destrucción, es realmente conmovedor compartir. Con una historia que atraviesa cada poro y un texto que habla sobre las pocas cosas que nos siguen salvando la vida, Midón nos invita, una vez más, a sentarnos en la butaca y permitirnos entender (o recordar, quizás) esas pequeñasgrandes cuestiones que valen la pena.
Quiero mencionar al director, Mariano Taccagni, no solo por su gran trabajo con los actores, sino también por haber puesto en escena este texto con tanta soltura, y lograr que cada ingrediente encaje armónicamente. La escenografía es fantástica, el vestuario es fantástico, el sonido es fantástico, y podría seguir, pero eso es todo porque no nos queremos poner superficiales. Gracias por dejar que el público se re encuentre (¡y que recuentro!) con una pieza que hoy cobra tanta vitalidad. Por otra parte aplaudo de pie a los actores. No solo se cantan todo, sino que se los ve vivos, se los ve prestandose al juego, se los ve entregados, se los ve exprimiendo cada momento que el texto y la música les regala. Me lleve sus ojos húmedos al final de la función, gracias. También quiero mencionar los arreglos musicales del maestro Carlos Gianni, que todo lo vuelven onírico, que hacen que la escena suene a un sueño hermoso en el que no hay tal crisis. La música de Carlos siempre es motivo de celebración.
Por último quiero mencionar al gran Hugo Midón, quien escribió Hotel Oasis, hace ya 20 años. No podemos pasar por alto su íconico trabajo como dramaturgo. Gracias Hugo por haber hecho de todo lo injusto de este mundo poesía que calienta
el corazón.
Cabe aclarar que soy una ferviente admiradora del trabajo de Hugo y de Carlos.  Entiendo también, que para entrar en sus mundos tenes que tener voluntad de juego, ese nulo prejuicio que normalmente tienen los niños. Todas sus historias, y esta no es la excepción, están contadas desde un lugar muy lúdico, desde el juego. Creo que esto esta super reflejado en todos los ingredientes que hacen a Hotel Oasis.
Pero el juego se vuelve serio cuando se habla de marginales, de gente que no tienen donde pasar la noche, del poliamor, del sistema económico-social. Esta es la magia de la obra, refleja una gran verdad: el juego es cosa seria. Personajes que bailan para sobrellevar la crisis, la vivencia del arte con total honestidad y entrega, ¿Que hay de juego en eso? ¿Que no hay de serio en el juego? Si el juego no es cosa seria, al arte no le queda más por hacer.
Una ultima aclaración, bien concreta, si van a ver la obra (espero haberlos convencido), no se sienten en la primera fila. Mucho menos en la punta de la primera fila. La sala es larga, y se usa todo el escenario. Te va a quedar el cuello duro, haceme caso.

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