En Evita encontramos debates que hoy en día nos toca sortear. Una idola con contradicciones, nos puede servir para estar atentxs a nuevos absolutismos y a las propias trabas de la lucha.
En tiempos de elecciones los candidatos y los partidos tratan de mostrarse lo más homogéneos posibles, construyendo personajes que lleven la bandera de la ratificación. Incluso no contradecirse se convierte en una virtud y casi un pasaje hacia “la verdad”. (López Murphy hace unos días se nombró como una persona que no se contradice para diferenciarse de Vidal).
La falsa promesa de una certeza continúa. En el mes de septiembre no solo conviven las PASO y sus campañas tiktokeras y absolutistas, sino también efemérides para la historia de las mujeres: la sanción del voto femenino. ¿Podemos hacer una unión entre estos dos septiembres?
El voto femenino sabemos que fue impulsado por muchísimas mujeres –de diversos sectores políticos- pero concretado por Eva Perón. Una ídola que se forjó en distintas contradicciones. Al interior del movimiento feminista, fue la mujer que logró empoderarlas a todas sus militantes pero la que se opuso públicamente al movimiento: “¿Integrar el núcleo de mujeres resentidas con la mujer y con el hombre, como ha ocurrido con innumerables líderes feministas? …Ni era soltera entrada en años, ni era tan fea por otra parte como para ocupar un puesto así, que, por lo general, en el mundo, desde las feministas inglesas hasta aquí, pertenece, casi con exclusivo derecho, a las mujeres de ese tipo, mujeres cuya primera vocación debió ser indudablemente la de hombres… Creían entonces que era una desgracia ser mujeres (…) Resentidas con las mujeres porque no querían dejar de serlo y resentidas con los hombres porque no las dejaban ser como ellos, las “feministas”, la inmensa mayoría de las feministas del mundo en cuanto me es conocido, constituían una rara especie de mujeres… ¡que no me pareció nunca mujer!” (La razón de mi vida, Eva Perón, 1951). Otorgó voto y participación política femenina creando el Partido Peronista Femenino. Mientras, fomentaba la idea de mujer tradicional, del hogar y la familia. Disruptiva en muchos sentidos, tradicionalista en otros. Incluso su estética fue una disyuntiva. La abanderada de los humildes lucía vestidos de gala y peinados de reina. Me atrevería a decir que en Evita hay más contradicciones que certezas, pero sin dudas lo que prima es su huella: la construcción de una líder femenina, los derechos y su figura empoderada. Si grandes cosas se hicieron desde las contradicciones, ¿por qué se las considera una invalidez política?
Evita se presenta como un recordatorio para los feminismos. No condenarnos a seguir una guía para ser feminista. Quizás querer “ser” nos hace estancar la lucha. Las exigencias de cumplir con una identificación también limitan nuestro accionar. Asimismo, en nuestro contexto político y electoral, la historia nos pide una vez más traer las figuras políticas que nos preceden. Evita se forjó en contradicciones de todo tipo. ¿Por qué esperamos votar a un héroe absoluto? Todos y todas queremos respuestas, pero ¿acaso creemos más cuando un político se ratifica a sí mismo? ¿Confirmar lo que une “es” significa poder prometer una solución? ¿Por qué esperamos siempre un cambio y no permitimos que las personas los tengan? ¿Buscamos hacer política o tener un mesías ideológico?
Inés Menéndez Hopenhayn nos recomienda dos libros.
El primero: «La razón de mi vida» de Eva Perón
El segundo: «Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política» de Cortes Rocca y Martin Kohan
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