Cerrar los ojos y dejarse caer en los brazos de alguien que seguramente no conozcas. Algo que a quien visitó alguna vez una clase de contact o partenaire puede resultarle familiar.
Pensemos en la potencia de conocer una persona en estado pleno de vulnerabilidad; como primer contacto existe un código físico compartido: ablandar la carne del otrx, amasar la musculatura, confiar en el tacto responsable y sensible de quien está buscando modificar tu estado.
En las propuestas y clases de danza, sobre todo en las que existe el contacto como fundamento, es muy común hacer uso de estos ejercicios para iniciar el vínculo entre quienes asisten. A veces, inclusive, es el lenguaje físico el primero en establecerse antes que la palabra. ¿Qué consecuencias traen estas formas? ¿alguna vez abrazaste a una persona desconocida en la calle? ¿cómo te sentirías si alguien te abrazase sin previo aviso?
Estas capas, estas reacciones que inhabilitamos y dejamos ir para estar permeables a la hora de dejarnos atravesar por un ejercicio ante unx otrx, requieren de un trabajo individual importante. Entendiéndose como pérdidas, estas “pequeñas muertes” son necesarias para desvestir un cuerpo y alistarlo para vincularse.
Consulté a colegas qué creían que relacionaba la amistad con la danza; una de ellas comentó que ambas son una práctica y que como cualquier otra requiere que invirtamos: tiempo, esfuerzo y enfoque. Una amiga me respondió que la danza y la amistad son un abrazo. Mi propuesta es pensar esta relación como un dúo; compuesto por el traslado del peso genera un diálogo a través de la escucha. Tenemos la posibilidad de crear un nuevo idioma, construir un nuevo lenguaje que solo dos entienden. Bailar de a dos es tan abstracto como simple: se puede observar y percibir fácilmente cuando funciona y cuando no, dejarse caer no es lo mismo que trasladar el propio peso a unx otrx. La colaboración de cada integrante activo que sucede en el mientras tanto, es tan importante como el abandono del ego. Si mi intención es levantarte sin importar lo que esté sucediendo es muy probable que caigamos al suelo, que algunx tambalee o que la imposición de una de las partes trabe a la otra. Para construir la pieza es necesaria la colaboración, el viaje continuo de dar y recibir equilibradamente y ceder. Y para una construcción colaborativa es necesario que mueran algunas ideas.
Propongo esta relación como un hackeo a la lógica competitiva de la danza. Muchas veces se practica como algo tan propio e íntimo que lo vuelve intransferible. Bailar con otrxs sin contacto también es posible. ¿Dónde está el vínculo cuando no hay tal dúo?
¿Es quizás la amistad el vínculo necesario para no perderse en la individualidad que propone una danza que solo requiere del cuerpo propio para poder practicarse?
La amistad como hackeo a la lógica competitiva de la danza. Y como resistencia, una creación colectiva.
Autora: Macarena Francinella
Autora fotografía: Luana Soaresmelo
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