Popurrí

 

Guido Casuscelli

Yendo

Abordo esta imagen a partir de manchas azarosas, me propongo un ejercicio de asociaciónlibre constante. Lo que va surgiendo no estaba proyectado, aun así no me sorprende, reproduzco lo que anda resonando en mi cabeza: la insistencia de los medios, la paranoia y el miedo constante guían mis manos. Un aire juguetón prima en las formas y los colores, sin que esto signifique ignorar ó abstraerse del mundo, pues el juego permite asumir, afrontar y crear, llevándome hacia una percepción más madura de la que el estrés y el agobio de la seriedad puedan reflejar. Tiernas criaturitas se hacen presentes en el papel, cada una más peculiar que la otra. Si uno se aproxima a la pintura las descubre en sus identidades individuales, si uno se aleja, percibe inevitablemente el espacio y tiempo que las une como totalidad. Conscientes, ilusos, precavidos o relajados, no importa, hay algo que se impone y trasciende a nuestro mundillo simbólico: la realidad.
“Yendo” es un verbo que habla de un hacer en un espacio cambiante, ni aquí ni allá, en el medio, en el proceso. Es curioso, hace más de una semana que no nos movemos de nuestras casas, pero definitivamente estamos yendo hacia algo.

 

 

 

Lucía Erijimovich

Texto escrito por Delfina Gonzales Chaves

Lo que extraño ademas de salir

Me acordé que me gustabas y por eso me gustaste más cuando te volví a ver. Como si eso que sentí antes, llenara de sentido que hoy me gustes. Me gusta pensar que nuestra historia tiene sentido y que secretamente nos amamos hace millones de años. Que tal vez yo fui una dama rebelde de la antigüedad y vos un caballero con mucho miedo de ir a la guerra y por eso nos fuimos a caballo hasta el fin del mundo. Para burlar la guerra y para pelear la nuestra. La guerra nuestra es en el bocado de chocolate  durante la peli que elegiste vos pero ni miramos porque me interesaba mucho mas peinarte con mis dedos y verte la cara rojita de cuando nos dimos muchos besos. La guerra nuestra es cuando en tu cuarto me pongo a pensar en todo lo que sos y lo que podrías ser y quiero que seas. La guerra nuestra es mas que nada cuando no sos eso que mis fantasías inventan. No sos eso que pienso pero todo bien. Me gustas igual. Te invito a mi cuarto. No, mejor invitame vos al tuyo, porque cuanto más te conozco más puedo imaginarme lo que no sos. Con lo que sos me abrazás, con lo que no me inspirás.

 

De suma importancia, vos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alma Gamerro

La venus de once

La virgen y el niño

La virgen de cuello largo

En estas obras se encuentran, a veces confluyen, a veces se enfrentan, mundos que no suelen compartir un territorio común. Por un lado, imágenes de la alta tradición de la pintura europea, al mismo tiempo prestigiosas y banales, potentes y desgastadas, imponentes y lisiadas a fuerza de repetición; por el otro, los materiales, los productos en serie, el cotillón de la producción en masa, globalizados e inanes pero sin embargo llenos de vida paradojal. Lo genial y único se serializa, lo serial se reviste de aura.\

El acoplamiento y la lucha entre estos dos mundos se da a veces en las obras, a veces entre obra y marco, a veces en los marcos, que a simple vista remedan los que solemos ver en las obras de las “pinacotecas de los genios” pero que tras una observación más detenida revelan y exhiben, a veces hasta la obscenidad, su carácter barroco, berreta, kitsch – los grandes talleres del renacimiento y el barroco se mudaron al barrio del Once y en ausencia del maestro los aprendices reemplazaron el trabajo artesanal con productos chinos recién bajados de los containers.

La virgen de lujan

Esta polaridad reaparece en las niñas, vírgenes, madres, ancianas, brujas que pueblan estos cuadros, que aspiran a la dignidad mitológica o sagrada que supieron darles los grandes artistas del pasado – hombres en su mayoría – para lo cual luchan por desprenderse del magma primordial de lo doméstico, de labores, cosas y cositas al cual esos mismo hombres las relegaban en las condiciones de su vida cotidiana.

 

 

 

 

Tristeza azul conbalto

El golpe se vuelve así caricia, el grito sonrisa.

Sacrificios sin la dignidad de lo trágico, dorados sin oro, crucifixiones ejecutadas con alfileres sobre bastidores de bordar, agonías pudorosas, sin espectadores, ni bóveda celeste, ni Dios al cual gritarle.

La muerte de venus

 

Post mortem. 

Qué hacer con la obra una vez que se muere.
Una reflexión del amor romántico pegajoso.

La muerte es el segundo en que la imagen se dice concluida y es abandonada.

En mi caso es arduo cuando muere en mi cabeza, perdiendo la libido con que poco antes estaba bañada. sin armar continuidad ni camino. 

Todo fin ambicioso de la obra parece parte del duelo de su muerte, darle un fin es un modo de calmar la angustia.

 

 

Otra forma es no parar de producir y generar millones de fantasmas, pero los fantasmas vuelven y es un ejercicio agotador olvidarlos, más difícil que producirlos.

La forma más caprichosa que encontré de mantenerme apegada a lo que no puedo soltar es bajo el medio de la descuartización metamórfica.

Lo que hice estos días es tomar mi idea mi idea original y deformarla hasta que las imágenes de las que me tenga que despedir sean tan feas, atractivas y brillantes que ni me importan. Una especie de manierismo digital en una escala insignificantemente monstruosa.
Todas las ediciones fueron creadas en photoshop y en situación de encierro, con los simpsons prendidos de fondo a eso de las ocho de la noche cuando pasan el no molestar de fox.
Tal vez no sea interesante mi pensamiento, pero si no lo publico muere, y si lo publico también, pero al menos no me doy cuenta.  

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