A 19 años de la tragedia de Cromañón.
Entrevista a Juan Ignacio Filardi.
A pensar, a reaccionar, a relajar, a despotricar
A decir estupideces
A olvidarme de olvidar, a recordar lo que vendrá
A arriesgar una y mil veces
Así empieza Distinto, la canción que sonaba cuando la candela impacto en la media sombra y el humo oscureció República de Cromañón.
Juan Ignacio Filardi tenía 15 años y había ido a ver a Callejeros dos veces ese mismo año. La primera fue en junio en Obras Sanitarias y 15 días antes del 30 de diciembre de 2004 estuvo en la cancha de Excursionistas, donde Fontanet anunció la triple fecha para despedir el año en República de Cromañón. Junto con Joaquín, el Peije, decidieron que tenían que estar. Eligieron la del 30 de diciembre por ser la última de las 3.
Para dejarlo ir, Oscar, su padre, le dijo que lo acompañaba sí o sí. Porque no le gustaba la zona. El acompañamiento de Oscar sirvió para convencer a la madre del Negro Bruno, quien no le permitía ir a su hijo.
– ¿Qué te acordás de esa noche?
– Ese día nos juntamos en mi casa familiar, vinieron el Peije y el Negro y salimos con Óscar en colectivo. Nos tomamos el 71, nos bajamos en Plaza Miserere y fuimos caminando hasta la puerta. Mientras hacíamos la fila Óscar tuvo su primer y gran momento de lucidez, fijó un punto de encuentro fuera del lugar, por si salíamos separados, perdidos. El lugar de encuentro era a menos de 100 metros de la puerta, justo debajo del terraplén del tren Sarmiento, sobre la calle Jean Jaures, esquina Bartolomé Mitre.
El lugar se estaba llenando de a poco y yo le dije a Oscar que vaya arriba. Arriba estaba el baño y era claramente el lugar de acompañantes. Fue como mandarlo al muere. Arriba era una zona muy difícil para la evacuación. Él fue para arriba y nosotros nos quedamos abajo.
Con mis amigos vimos la banda soporte y, cuando terminó el show de Ojos Locos y se acercaba el comienzo de Callejeros, ya había pirotecnia, bengalas, algo que nosotros habíamos visto mucho en Excursionistas y también en Obras. Unos minutos antes del comienzo aparece el dueño del local, Omar Chabán, desde la cabina de sonido, pidiendo por favor a la gente que se deje de joder con las bengalas y con la pirotecnia porque “iba a pasar lo que pasó en Paraguay”, palabras textuales.
El 1 de Agosto de 2004 en el supermercado Ycuá Bolaños de Asunción hubo una explosión y la gerencia, en lugar de abrir las puertas para la evacuación, decidió cerrarlas para que la gente no se escape con productos sin pagar. El incendio provocó 327 muertes, entre 249 a 500 heridos y 6 personas desaparecidas.
– El show duró tres minutos. En el primer pogo me separé de mis amigos y quedé muy cerca del escenario. En un momento Fontanet mira para arriba, para atrás mío, yo me doy vuelta, miro el techo y veo que se estaba consumiendo la media sombra, no es que se prendía fuego, sino que se consumía como un cigarrillo. Al momento pensé que era algo que se apagaba y continuaba el show. Pero no. Se siguió encendiendo, el humo empezó a oscurecer todo y se apagó la luz.
– ¿Qué te pasó en ese momento?
– Me asusté. Me invadió el miedo. La gente desesperada, gritos, un quilombo total. En ese momento pude identificar que estaba pasando algo grave. La masa de gente me corrió hacia un costado. La salida era atrás a la izquierda y yo estaba adelante a la derecha, debajo del entrepiso donde lo había mandado a Oscar.
La inhalación de monóxido de carbono es letal a partir de los dos minutos. Entre que Oscar salió y se encontró con Joaquín y Bruno en el terraplén del tren Sarmiento pasó alrededor de media hora. Juanchi no aparecía.
–Había momentos en donde me encontraba apretado entre una multitud y otros donde me encontraba sin gente alrededor, sin ver absolutamente nada, con una oscuridad ya espesa por el humo. Llegué a interpretar que me había desplazado hacia el lugar de la barra de bebidas, que era en el fondo, en línea recta hacia la entrada, pero no pude asociar eso con estar cerca de la salida, no la veía. En un momento el tumulto me empuja y me caigo, solo que entre el piso y yo había una persona.
El siguiente recuerdo que tengo es que me sacan arrastrado. Me acuerdo que solamente podía ver el piso, recuerdo también unas botas, por eso siempre pensé que me sacó un bombero. Evidentemente estaba en un sector cercano a la puerta de salida. Ya me había quedado dormido, estaba liquidado.
Una vez afuera de Cromañón a Juanchi lo asistió una pareja, lo pusieron debajo de la canilla de un camión de bomberos y con la última fuerza que le quedaba fue a sentarse a una mesa del bar de la esquina. En la vereda iban colocando los cuerpos que no habían resistido.
– En un momento estaba sentado en la mesa con una sensación de cansancio absoluta, con un ardor en la garganta difícil de explicar. Y en eso lo veo a Oscar que viene desde la esquina de Jean Jaures encarando para la entrada. Por suerte me escuchó, porque yo prácticamente no podía gritar, pero escuchó que lo llamé y le vi una cara que nunca más se la vi en mi vida.
– ¿Hablaste con Óscar de ese momento? ¿Te contó cómo fue? ¿Cómo lo vivió él?
– Sí, hablé varias veces. Pero hubo un año puntualmente en donde pude decirle, porque se lo tenía que decir, que esa fue su mejor noche. Fue su mejor noche como padre, y diría como ser humano, porque fue con tres adolescentes a un lugar donde murieron 194 pibes y volvió con los tres adolescentes en mayor o en menor medida, sanos y salvos. Y desde esa noche cambió la relación que tengo con él porque tuvimos un punto en común para el resto de nuestra vida.
– ¿Cómo fue tu relación con la banda después de lo que pasó?
– Nunca tuve inconvenientes en escuchar su música aunque hoy no es lo que más elijo. Siempre pensé que estaban ubicados en un lugar muy especial de la tragedia, porque son responsables de la muerte de su público, de sus amigos y de sus propios familiares. Sí, tuvieron un grado de responsabilidad, pero también eran víctimas.
El juicio penal a la banda dividió mucho las aguas entre las víctimas, quienes los veían responsables vs quienes creían que eran inocentes. En abril de 2016 la Cámara de Casación Penal resolvió condenar a Patricio Santos Fontanet a siete años de prisión y a cinco años al resto de los músicos.
– Nunca me enganché con la frase de la remera, “la música no mata”. La música no mata, pero analicemos un poquito más, mata la corrupción, mata el desconocimiento, mata el querer hacer un negocito, mata vender 1500 entradas más de la que un lugar está habilitado, mata la habilitación fraudulenta por parte de bomberos y de la policía.
Esa noche en Cromañón había más de 3000 personas, el local estaba habilitado para 1031. El certificado de prevención contra incendios estaba vencido desde hacía casi dos meses. De los quince matafuegos del lugar, once no servían. De los cuatro extractores de aire, solo dos funcionaban. De las ocho puertas de salida, sólo dos estaban abiertas.
– ¿Qué preguntas te aparecieron y te aparecen casi 20 años después?
– Durante diez años me pregunté por qué yo no y otro pibe sí. La culpa del sobreviviente. Éramos todos pibes indefensos, en igualdad de condiciones, en el mismo lugar, buscando la misma salida. Después hice yo un montón de preguntas, para tratar de entender qué se tiene que dar para desembocar en una tragedia así. ¿Por qué falló la policía? Porque habilitó un lugar que tenía un pedido de clausura no resuelto. ¿Por qué fallaron los bomberos? Porque la semana anterior se habían usado los matafuegos en un recital donde pasó algo similar y no se habían vuelto a cargar. ¿Por qué falló el cuerpo de inspectores? Porque estaban manejados por una maestra jardinera. ¿Por qué falló Omar Chabán? Porque no quiso abrir más puertas de emergencia porque significaban un gasto más.
La única pregunta que nunca tuvo respuesta fue esa, por qué yo no y otro pibe sí.
Juanchi es periodista y en 2014, cuando se cumplían diez años, decidió hacer un documental, “Nos pasó a todos”. Además de la militancia, creía que era la forma de aportar un granito de arena en pos de la reflexión y de la memoria.
– Durante el documental no aparece ninguna imagen de Cromañón por dentro, ¿fue una decisión no volver a entrar?
– Cuando estábamos rodando, haciendo algunas tomas en la zona, notamos que cromañón estaba abierto y el director del documental me dijo que entrar podía llegar a ser el diferencial del documental. Yo entre risa le dije `Máxi con lo que me costó salir de ahí, no me vuelvo a meter ni en pedo´.
– ¿Qué significa cromañón en tu vida?
– Cromañón es la noche más difícil, es la noche más oscura, porque sobrevivir es muy difícil. Significó volver a nacer un 30 de diciembre, a los 15 años. Y también es una responsabilidad, de atender a cualquier persona que quiera hacerme una pregunta, de tratar de aportar desde la reflexión y desde la memoria, del recuerdo activo, para que esto no pase nunca más.
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