La actualidad social y los constantes casos de violencia de género en el fútbol nos plantean, al menos a los que estamos involucrados como hinchas, el desafío de pensar por qué el fútbol, tantas veces integrador, es hoy uno de los últimos espacios donde la violencia de género casi no es cuestionada y mucho menos castigada.
Contextualicemos. El día de hoy, 24 de junio, se dió a conocer una tercera denuncia por abuso sexual contra Sebastián Villa, jugador titular de Boca Juniors. Hace poco más de un mes, el 13 de mayo, se había presentado una denuncia por abuso sexual, violencia de género y tentativa de femicidio contra el mismo jugador. Hoy la denuncia se encuentra en curso, luego de que el Juez de Garantías N°2 de Lomas de Zamora, Javier Mafucci Moore, rechazara el pedido de detención presentado por la fiscal de la causa. Estas imputaciones se le suman a una anterior que el futbolista tenía: en abril de 2020 su expareja lo acusó por lesiones y amenazas. Villa tendrá que someterse a un juicio oral entre el 19 y el 21 de septiembre.
En el transcurso de un año, Sebastian Villa fue imputado por tres causas de violencia de género y aun así sigue jugando sin sufrir ningún castigo por parte del club. Al contrario, fue respaldado por los dichos de dos dirigentes de Boca y por el comunicado del Departamento de Género del club, el cual no expresaba de forma directa su respaldo pero se esperaba, al menos, algún tipo de repudio.
Es importante resaltar que el caso de Sebastián Villa no es un hecho aislado, desde 2015, el año de #NiUnaMenos, hasta la fecha, hay 28 futbolistas en Argentina denunciados por abuso o violencia de género.
¿Qué hicimos para modificarlo? ¿Hay más casos? ¿Qué podemos hacer los y las fanáticas del fútbol que queremos un mundo distinto? ¿Qué mensaje deja el deporte más popular del país cuando no se penaliza la violencia de género? ¿Alcanza con los departamentos de género? ¿Si en vez de Villa era algún juvenil de las inferiores, hubiesen actuado igual? ¿Alcanza con los talleres de igualdad de género? ¿Hacen los talleres de género? ¿Por qué ser futbolista de primera división y estar pasando por un buen momento deportivo justifica cualquier comportamiento? ¿Es cómplice el técnico que lo hace jugar de titular? ¿Es cómplice un hincha de Boca que grita los goles de Villa? Como hincha ¿te representa alguien que con denuncias de violencia de género se pone la camiseta de tu club?
Históricamente los clubes han sido un espacio de inclusión, de respaldo social, de lucha. Instituciones formadoras de personas y también termómetros del clima social general. Cuando se trata de temas de género parecen haber perdido sus cualidades históricas, se convirtieron en espacios donde la violencia encuentra respaldo y reproducción.
¿Qué mensaje le da un club a sus juveniles cuando no se penaliza una conducta como la de Sebastián Villa y al mismo tiempo separa del plantel a quien le responde mal al entrenador o falte a un entrenamiento como en los casos de Agustin Almendra y Dario Benedetto?
Legitimar la violencia de género en un espacio donde se forjan miles de identidades, además de ser muy peligroso, va en contramano de un cambio social que pregona una vida mucho más justa.
Por supuesto que los clubes de fútbol tienen exigencias deportivas que no deben perderse, pero el problema está cuando esas exigencias, y el rédito económico que un futbolista pueda darle al club, dejan de lado las responsabilidades sociales del propio club.
Es cierto que Villa aún no fue declarado culpable, pero posicionarse en el argumento de la presunción de inocencia pareciera ser una salida fácil. ¿Es válido ese argumento cuando en la mayoría de los casos la justicia no toma en serio las denuncias por violencia de género?
El principio de inocencia no exenta al club de separar al jugador del plantel hasta que se esclarezca su situación judicial. De hecho, una medida de ese estilo además de respetar los procesos de las justicia, también respetaría a la víctima, lo más importante y lo que menos se tiene en cuenta.
Como hinchas y fanáticos de este deporte nuestra responsabilidad está en exigir que los clubes se tomen en serio las problemáticas de género. No basta con tener un departamento de género solo para los discursos, ni con posar con el cartel de #NiUnaMenos el 3 de junio. Si queremos un fútbol más igual y más justo los hinchas tenemos que involucrarnos en estas luchas y exigir políticas y decisiones que cambien el rumbo desde la base.
Cuestionemos. Pensemos. Exijamos un fútbol mejor, más igual, más justo.
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