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Reseñamos GRUB: UN RECITAL DE DANZA

La sensación de existir es dulce
porque implica una copresencia
originaria del otro
en la que Vivir, existir, sentir
que uno existe y compartir
esa sensación con los demás
son una sola y misma cosa

GIORGIO AGAMBEN

Grub se escribe como suena. Significa algo así como la sensación expansiva que produce la música en el cuerpo. Para percibir esas vibraciones solo puede hacerse al dejar atravesar los sonidos por una parte corporal específica: el corazón. 

Grub apunta directamente al público. La propuesta es desde el vamos apelar a un espectador opuesto al habitual en las obras de danza. Lo invita a ser fanático, hincha, barra brava de lo que esta observando. En eso, también, el nombre de la obra logra ser exacto: nos sentimos en un recital y el cuerpo nos pide un pogo. 

Esto invoca una danza que se vuelve masiva: decir danza masiva seguro va de la mano con la sensación de recital. Una danza que logra repercusión no intelectual sino casi mística.

La obra, dirigida por la gran Ana Frenkel, se compone de 5 bailarines en escena que llevan, cada unx, un idioma personal y característico de movimiento. Grub es una invitación a la conexión entre lxs intérpretes y el público a través de eso que inevitablemente nos mueve del lugar (o de la silla): nos sentimos vivxs. Es un viaje por la esencia de nuestro origen. Una apuesta por la potencia del riesgo. Un movimiento hacia muchas direcciones.

Provoca una necesidad intensa de bailar. Lxs intérpretes no salen del escenario en ningún momento así como la música no deja de sonar. A medida que avanzan las escenas, la música atraviesa diferentes estilos: subgéneros del techno, el tango, la música experimental y la música disco. En cada momento, lxs intérpretes, desde la grupalidad, reflejan la potencia exacta de la música. 

La iluminación, el vestuario, la escenografía y cada gesto de lxs intérpretes; nada rebalsa, nada está ahí porque sí. La escena funciona como un organismo que se expande, se contrae, se detiene, respira, siente, reacciona. Ese organismo pareciera que está constantemente por estallar, pero algo lo detiene (el comienzo de un cuadro nuevo, un cambio en la música, la irrupción de unx bailarinx) . El juego con el límite es continuo y provocador. A los espectadores, nos sostiene en la contenida sensación de estar por empezar una maratón.

Esta obra no piensa de forma binaria, esquiva casi sistemáticamente la existencia de un solo significado. La multiplicidad se hace muy presente en la utilización del espacio, las direcciones de las miradas y en las capas de sentidos simultáneos que se construyen a medida que avanzan las escenas. 

Grub es exactamente un Recital de Danza y produce lo que busca: despertar, en el interior de cada espectador, la necesidad de moverse para sentirse vivx. El movimiento y el disfrute. Lxs bailarines demuestran, en acción, el valor de la entrega: entregarse a una práctica artística, entregarse a un Otrx, entregarse a una propuesta y a lo que quiere cada unx. 

Grub no sabe de un tipo de público, apunta a la democratización de la danza, y por qué no, a través de los estilos urbanos. Bailar juntxs, sabiendo la propia identidad; bailar solx sabiendo de una compañía grupal; bailar muchos estilos y con cualquier subgénero musical. Grub es un viaje hacia el origen de lo más primitivo que habita en todxs y de lo más complejo de acercar a nuestros tiempos. Si bailar es jugar a sentir el grub, entonces todxs podemos bailar.


Ficha técnica

Intérpretes: Ares Barrios, Lucía Cuesta, Nahuel Delgado, Felipe Figueroa, Vicky Machta
Diseño de Vestuario: Alejandra Robotti
Diseño de Iluminación: David Seldes
Asistencia Iluminación: Facundo David
Equipo audiovisual: Malena Mastrangelo, Nicolás Pota, Hernán Quintana, Gonzalo Quintana
Música original: Diego Vainer
Asistencia de Dirección: Manon Minetti
Dirección General: Ana Frenkel

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