SI YO FUERA UN PAISAJE…

¿Qué sería de mí sin nombrarme como deseo? Mi camino por el DRAG fue un proceso de integración, un despertar. Todo lo que puedo decir de mí y todos estos intentos que son mi identidad se hicieron entre el cuerpo del deseo y lo posible.

1998: una falda de gasa fucsia del placard de mi mamá funciona como motor para girar y convertirme en ovni.

2002: en mi habitación descubro un casette regrabado con una canción que solía escuchar en la radio. La escucho una y otra vez, la canto, le hago coreo, la encarno.

2006: junto plumas y canutillos que se le caen a las pasistas de comparsa en el carnaval; en mi casa creo sombreros para mis gatos.

(…)

Mi camino por el drag fue un proceso de integración, un despertar, atravesar un umbral hacia las mil puertas de posibilidades. Tomar contacto con la cultura drag me permitió descubrir la fuerza poética de la diversidad, la identidad como potencia creadora, el encuentro entre lo que decidí y lo que no, la memoria y el presente.

En 2019 fui convocade por Antonio Elmar y Nacho Cerbino para asistir “Lepidópteros”(*), un proceso creativo escénico que involucraba danza contemporánea, performance y DRAG, el cual fue madurando hasta llevarnos a fundar nuestra House of Lepidópteros en diciembre del mismo año. Desde entonces, hemos participado de eventos, festivales, notas, videoclips y de la cultura ballroom porteña caracterizándonos por ser íntegramente una CASA DRAG.  Si bien tradicionalmente las Houses se conforman por madres, padres o xadres, princess e hijes e incorporan las formas de una familia tipo con la intención de resignificar, también exploramos otras dinámicas de vincularidad que nos permitan configurarnos como grupalidad afín con propuestas que habiliten la horizontalidad, la elección de responsabilidades y la actualización constante de los roles. Una casa nos remite al espacio habitable constituido por microespacios especializados, uno distinto al otro por su particularidad y función, y es ahí donde encontramos su riqueza. Como House generamos múltiples espacios de cobijo, contención e impulso que nos permitieran compartir prácticas, encuentros y experiencias que enriquezcan y habiliten el verdadero desarrollo de nuestro deseo particular; un proceso que si bien se da en un contexto grupal, se desarrolla a partir del trabajo de sí misme, tal como las larvas construyen su capullo para luego implosionar en mariposas. Para nosotres el DRAG no solo es un proceso performático de montaje y caracterización, sino un verdadero proceso en capas y etapas, un atravesamiento que incluye la observación constante, la prueba, compartir experiencias, investigar y estudiar para nutrirse de otros saberes. Indagamos en nuestra memoria para preguntarnos sobre cómo pensamos, nos movemos o nos presentamos, qué atributos o características necesitamos y queremos expresar, qué necesidad e impulso nos está habitando para poder expresarlo. No nos imponemos un personaje, encarnamos nuestros deseos. Drag es una práctica: somos drag porque hacemos drag, y en la acción nos descubrimos. Habitamos esa fuga fluctuante desde la identidad social cotidiana a la autocreación y viceversa. El DRAG es un corrimiento, una transformación, un entre, un algo parecido a mariposas…

*“lepidópteros” es la denominación científica de la familia de insectos metamórficos que atraviesan distintas etapas de desarrollo e incluye a mariposas y polillas.

Mi propia metamorfosis aún continúa… ¿Qué sería de mí sin nombrarme como deseo? ¿Soy más lo que me dijeron que sea o lo que puedo crearme? ¿Cómo es posible desarrollar lo que siento?

Es en el drag donde descubro cómo acercar todos los mundos que me habitan, un nuevo espacio que me permitió poner mi historia viva en juego: el recorrido escénico y las experiencias con la danza que venía realizando desde los siete años; el oficio autodidacta por la costura que desarrollé de niñe para entallar mis prendas o crear vestuarios; la visión estética del espacio que heredé de mi familia de decoradores; y otros tantos saberes, talentos y herramientas que hacen a mi archivo creador.

Coquette surge de la memoria, una memoria femenina arraigada en un origen que aún no descubro. No puedo dejar de pensar en las mujeres que atravesaron mi vida: abuela, madre, hermana, amigas; en el imaginario virginal de las iglesias correntinas que tanto visité y recorrí en mi infancia; en las manos hábiles de los artesanos; en la belleza rítmica y brillante de los carnavales; en la cadencia del chamamé; en los destellos del sol sobre el Río Uruguay y la ligereza potente del Río Paraná. Mi ser drag surje como los recuerdos y paisajes de mi memoria. 

Todo lo que puedo decir de mí y todos estos intentos que son mi identidad se hicieron sobre el cuerpo del deseo y lo posible. No soy un resultado, soy un camino. Lo que pasa es que nunca se sabe dónde comienza un alguien ni dónde termina un cuerpo, ni dónde termina un deseo ni qué alcance tiene, ¿verdad?. Como humanx habito un entre, una experiencia que no es ni centro ni periferia, un corrimiento, una fuga, y en este espacio disidente existo. Nadie puede decir que un humanx no existe. Mucho menos como es o viste. Yo no soy solo esto que ves. Soy mucho más. Qué decepción si solo me quedara con esto que ves. Aunque lo humanx limita nuestra comprensión del universo, el drag permite pensar lo improbable y hacerlo ser, pues el drag nunca escapa a una práctica o acción transformadora. Al final, lo que todes buscamos es ser genuines, más bonites, más reales… una realidad que surge de nuestra propia belleza. Por eso el drag está tan ligado a la imagen y a lo bello de la imagen; una belleza que puede ser hegemónica, sublime, iluminada pero que también toma rasgos fantásticos, tétricos, dramáticos, en fin, la belleza de lo posible que habita en cada une.

 

Desmonta. Desdobla, dobla y redobla. Se desmonta a lo virgo. Se desarma para construirse mejor…

A veces quiero salir al mundo siendo sombra y enfriarme en el trasluz de los caminos.

A veces quiero habitar los bordes, esos donde muchos temen llegar. O más bien los centros, donde muchos evitan pasar – gentes de puntos medios.

A veces espero más de mí, de todes.

A veces solo quiero probar el mundo, saborearlo..

A veces solo quiero que me miren…

¿Si tu nombre fuera un paisaje, quién serías?


Coquette recomienda Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol, en su versión libro y la película de Eduardo Plá (1976)

Corrección: Ignacio Cerbino. Agradecimientos: Allergya y Chunsha Fox. 

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Comments (

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  1. Antonio

    Celebro este texto y celebro el camino. Nada vale más que lo recorrido …con todo lo que ello implica. Darle valor a la experiencia es sentirse vivx.

  2. Euge

    Pura poesía y existencialismo este testimonio. La transformación, lo bello, lo dramático, lo creativo, lo sutil, lo estético, lo sexual, lo contingente. Hermosa integración sos!